Los tres últimos años han representado en el mundo un reto inmenso en términos sanitarios, sociales, económicos y políticos. Afrontar la pandemia, mitigar su impacto y reencontrar la senda del crecimiento no ha sido tarea fácil y el sector público y las empresas han tenido que dar lo mejor de sí para lograrlo, lo que ha puesto a prueba la capacidad de adaptación y de gestión de organizaciones y personas.
No es exagerado decir que hace tres años muchas organizaciones eran una y hoy son otra. La crisis les obligó a reencontrarse con sus convicciones, centrarse en lo esencial, operar de la forma más eficiente posible. Por supuestos estos cambios de fondo generaban muchas preguntas sobre qué tanto impactarían a los colaboradores que podrían sentirse como la variable de ajuste de este proceso.
En líneas generales, el balance es muy positivo. Muchos colaboradores vieron que la mayor prioridad de sus empleadores fue proteger su salud, favorecer su bienestar, buscar una forma de llevar el trabajo delante de la forma que le fuese más cómoda para ayudar a reducir los costos que cómo sociedad estábamos teniendo. A partir de este momento, el teletrabajo para muchos se convirtió en la norma, incluso de manera permanente.
Por supuesto, no todas las organizaciones pueden cambiar de manera tan drástica. El sector salud, por ejemplo, incluso experimentó exigencias muy superiores en función del contexto planteado. Aun así, organizaciones y colaboradores experimentaron profundas transformaciones que cambiaron paradigmas y llevaron a ver la nueva realidad emergente con una óptica distinta.
Difícilmente existe una firma que pueda opinar sobre estas cosas con más propiedad que Great Place to Work® Institute, por el reconocimiento que tiene su modelo del Ambiente Laboral y los millones de opiniones de colaboradores que recoge año a año en las que ellos manifiestan cómo lo perciben en la organización para la que trabajan.
Por esto las listas que publica sobre los mejores empleadores en más de 100 países y en regiones del mundo son reconocidas cómo el estándar de oro a este respecto. Estar en ellas es la confirmación de que se tiene un Ambiente Laboral que ha pasado a ser una ventaja competitiva que favorece la capacidad de creación de valor de una organización.
Estar en la lista de “Los Mejores Lugares para trabajar de América Latina” no es fácil. En esta última edición 2.513 organizaciones participantes, provenientes de 30 países, en los que se recogió la opinión de cerca de 2 millones de colaboradores, es una muestra suficientemente amplia que permite determinar con elementos de juicio suficientes si el Ambiente Laboral de una organización se destaca lo suficiente con respecto a las restantes como para ser reconocida en la región.
¿Por qué es reconocida una organización? Porque ha llegado a hacer de la confianza la base de sus relaciones. Este es el común denominador de todos los grandes lugares para trabajar independientemente de las características particulares de cada uno de ellos.
Para que la confianza sea la piedra angular se requiere un ejercicio muy convincente de liderazgo, una respuesta adecuada frente a las necesidades y expectativas de los colaboradores y un compromiso con la equidad y la justicia. No es este entonces un reconocimiento a las organizaciones que tienen los mejores beneficios. Por supuesto estos ayudan pero nunca podrían suplir lo esencial.
Para formar una idea de cuán distintas son las organizaciones reconocidas frente a la que se podría considerar una como el promedio piense lo siguiente: En esta es frecuente encontrar que más o menos el 55% tiene una opinión positiva sobre varios aspectos evaluados. En las organizaciones reconocidas este porcentaje es 91%.
Una organización de Colombia, Operadora de Palma de la Altillanura & Palmeras Sillatava, fue la No. 1 en la lista de Pequeñas y Medianas (hasta 500 colaboradores) y otra también de Colombia, Finsocial, fue la No. 1 en la lista de organizaciones grandes (más de 500 colaboradores). A su vez DHL Express, que también opera en Colombia, fue reconocida cómo la mejor multinacional.
La probabilidad de que este hubiese sido un evento fortuito es, en términos prácticos, cero. Por esto es inevitable concluir que hay organizaciones en Colombia que tienen los más altos estándares en la gestión del Ambiente Laboral y que este logro es indicio de que este no es un fenómeno aislado sino el reflejo de una comunidad empresarial que está convencida de que el Ambiente Laboral es clave si se quiere fortalecer la capacidad de creación de valor de una organización.
Es este entonces un logro magnífico que muestra que en Colombia es mucho lo que se ha construido y que existe una base sólida para apoyar los cambios que son necesarios para que haya un mayor bienestar para todos. En este contexto, bien pudiese decirse que el Gobierno tiene en estos empresarios el mejor de los interlocutores para construir consensos en los que todas las partes ganen.
